lunes, 19 de noviembre de 2012

Selvas en nuestro interior



 Primera fotografía ombligo y segunda fotografía selva.

Muchos se miran el ombligo, pero pocos, como Dunn y su equipo de ecologistas, lo han convertido en el objeto de un nuevo estudio.
Conclusión: existe un gran parecido entre los ombligos y las selvas tropicales.
Todo empezó hace unos dos años, cuando un equipo de la Universidad Estatal de Carolina del Norte encontró un nuevo enfoque científico.
¿Qué mejor manera para que el público se interese por la ciencia que mostrarle el ecosistema que habita en su propio ombligo? «Los ombligos son algo suficientemente ridículo como para atraer a todo el mundo», afirma Dunn.
Gracias a que el ombligo es uno de los pliegues humanos más raros y con mayor diversidad, ofrece a los investigadores la posibilidad de estudiar de cerca un paisaje microbiano sin igual.
Así, a principios de 2011 el equipo se plantó en la conferencia de ScienceOnline y en el Museo de Ciencias Naturales de Carolina del Norte, y tomó muestras de 60 voluntarios. De vuelta en el laboratorio examinaron la composición genética de su botín.
Empezaba así el proyecto para estudiar la biodiversidad de los ombligos.


Bienvenido a la jungla
El equipo encontró 2.368 especies de bacterias,  1.458 de las cuales podrían ser nuevas para la ciencia.
Algunos ombligos «sólo» albergaban 29 especies, mientras que otros contenían hasta 107, aunque la mayoría rondaban las 67. El 92% de los tipos de bacterias aparecieron en menos del 10% de los participantes, de hecho, la mayoría de las veces, aparecieron en una sola persona.
Una de ellas, por ejemplo, parece que albergaba una bacteria que solamente se había encontrado con anterioridad en Japón, país que nunca había visitado.
Otra, que no se había duchado en varios años, albergaba dos especies de las llamadas extremófilas, que suelen desarrollarse en campos de hielo y fuentes hidrotermales.
A pesar de que no se encontró ninguna cepa en los participantes, había 8 especies presentes en más del 70% de éstos. Y cada vez que daban con una, encontraban un gran número de ejemplares.
«Esto convierte los ombligos en selvas tropicales», comenta Dunn. «En una selva tropical, el espectro de flora puede variar, pero un ecologista puede siempre contar con unos cuantos tipos de árboles dominantes».
«La idea de que partes de nuestro cuerpo son como selvas tropicales es muy bonito, al menos en mi opinión», añade. «Tiene sentido para mí como ecologista, sé qué pasos debo dar a continuación y puedo ver cómo funciona».

Método de trabajo
Sin embargo, predecir qué especies podrían encontrar su hogar en el cuerpo humano no es más que el primer paso. A continuación, los científicos deben averiguar por qué se acercan a nosotros.
«Somos como los tipos de antes de Darwin que salieron y trajeron todo tipo de cosas en su barco y decían ‘mira este pájaro tan raro, ¡tiene que ser importante!».
«Estaban muy lejos de hacerse una idea general», añade Dunn. «Ahí estamos nosotros ahora».
Con la esperanza de responder a estas preguntas, el equipo de Dunn ya está trabajando en cientos de ombligos más, que pronto serán 600. Usarán las nuevas muestras para tratar de encontrar la relación entre los habitantes de los ombligos y todo tipo de cosas, desde el lugar de nacimiento de los participantes hasta su sistema inmunológico.
Establecer estas conexiones podría arrojar luz a la relación entre las bacterias y sus efectos sobre la salud. Los investigadores creen que los microbios, no sólo de los ombligos, sino de cualquier parte del cuerpo, están implicados en todo, desde las funciones inmunes hasta el acné. Podrían ser de gran ayuda para la medicina, pero inalcanzable hasta que aclaren qué hacen ahí los microbios y por qué.
Primera fotografía ombligo y segunda fotografía selva.


Publicado por: Andrea Moreno, Claudia Butler y Nerea Gorgojo.

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