Primera fotografía ombligo y segunda fotografía selva.
Muchos se miran el ombligo, pero
pocos, como Dunn y su equipo de ecologistas, lo han convertido en el objeto de
un nuevo estudio.
Conclusión:
existe un gran parecido entre los ombligos y las selvas tropicales.
Todo
empezó hace unos dos años, cuando un equipo de la Universidad Estatal de
Carolina del Norte encontró un nuevo enfoque científico.
¿Qué
mejor manera para que el público se interese por la ciencia que mostrarle el
ecosistema que habita en su propio ombligo? «Los ombligos son algo
suficientemente ridículo como para atraer a todo el mundo», afirma Dunn.
Gracias
a que el ombligo es uno de los pliegues humanos más raros y con mayor
diversidad, ofrece a los investigadores la posibilidad de estudiar de cerca un
paisaje microbiano sin igual.
Así,
a principios de 2011 el equipo se plantó en la conferencia de ScienceOnline y
en el Museo de Ciencias Naturales de Carolina del Norte, y tomó muestras de 60
voluntarios. De vuelta en el laboratorio examinaron la composición genética de
su botín.
Empezaba
así el proyecto para estudiar la biodiversidad de los ombligos.
Bienvenido
a la jungla
El
equipo encontró 2.368 especies de bacterias, 1.458 de las cuales podrían
ser nuevas para la ciencia.
Algunos
ombligos «sólo» albergaban 29 especies, mientras que otros contenían hasta 107,
aunque la mayoría rondaban las 67. El 92% de los tipos de bacterias aparecieron
en menos del 10% de los participantes, de hecho, la mayoría de las veces,
aparecieron en una sola persona.
Una
de ellas, por ejemplo, parece que albergaba una bacteria que solamente se había
encontrado con anterioridad en Japón, país que nunca había visitado.
Otra,
que no se había duchado en varios años, albergaba dos especies de las llamadas
extremófilas, que suelen desarrollarse en campos de hielo y fuentes
hidrotermales.
A
pesar de que no se encontró ninguna cepa en los participantes, había 8 especies
presentes en más del 70% de éstos. Y cada vez que daban con una, encontraban un
gran número de ejemplares.
«Esto
convierte los ombligos en selvas tropicales», comenta Dunn. «En una selva
tropical, el espectro de flora puede variar, pero un ecologista puede siempre
contar con unos cuantos tipos de árboles dominantes».
«La
idea de que partes de nuestro cuerpo son como selvas tropicales es muy bonito,
al menos en mi opinión», añade. «Tiene sentido para mí como ecologista, sé qué
pasos debo dar a continuación y puedo ver cómo funciona».
Método
de trabajo
Sin
embargo, predecir qué especies podrían encontrar su hogar en el cuerpo humano
no es más que el primer paso. A continuación, los científicos deben averiguar
por qué se acercan a nosotros.
«Somos
como los tipos de antes de Darwin que salieron y trajeron todo tipo de cosas en
su barco y decían ‘mira este pájaro tan raro, ¡tiene que ser importante!».
«Estaban
muy lejos de hacerse una idea general», añade Dunn. «Ahí estamos nosotros
ahora».
Con
la esperanza de responder a estas preguntas, el equipo de Dunn ya está
trabajando en cientos de ombligos más, que pronto serán 600. Usarán las nuevas
muestras para tratar de encontrar la relación entre los habitantes de los
ombligos y todo tipo de cosas, desde el lugar de nacimiento de los
participantes hasta su sistema inmunológico.
Establecer
estas conexiones podría arrojar luz a la relación entre las bacterias y sus
efectos sobre la salud. Los investigadores creen que los microbios, no sólo de
los ombligos, sino de cualquier parte del cuerpo, están implicados en todo,
desde las funciones inmunes hasta el acné. Podrían ser de gran ayuda para la
medicina, pero inalcanzable hasta que aclaren qué hacen ahí los microbios y por
qué.
Primera fotografía ombligo y segunda fotografía selva.
Publicado por: Andrea
Moreno, Claudia Butler y Nerea Gorgojo.
Curiosísimo!!!
ResponderEliminarMuchas gracias.
Pascu