Primera fotografía ombligo y segunda fotografía selva.
Muchos se miran el ombligo, pero
pocos, como Dunn y su equipo de ecologistas, lo han convertido en el objeto de
un nuevo estudio.
Conclusión:
existe un gran parecido entre los ombligos y las selvas tropicales.
Todo
empezó hace unos dos años, cuando un equipo de la Universidad Estatal de
Carolina del Norte encontró un nuevo enfoque científico.
¿Qué
mejor manera para que el público se interese por la ciencia que mostrarle el
ecosistema que habita en su propio ombligo? «Los ombligos son algo
suficientemente ridículo como para atraer a todo el mundo», afirma Dunn.
Gracias
a que el ombligo es uno de los pliegues humanos más raros y con mayor
diversidad, ofrece a los investigadores la posibilidad de estudiar de cerca un
paisaje microbiano sin igual.
Así,
a principios de 2011 el equipo se plantó en la conferencia de ScienceOnline y
en el Museo de Ciencias Naturales de Carolina del Norte, y tomó muestras de 60
voluntarios. De vuelta en el laboratorio examinaron la composición genética de
su botín.
Empezaba
así el proyecto para estudiar la biodiversidad de los ombligos.